miércoles, 19 de junio de 2013

Vanguardias LITERATURA II

martes, 17 de agosto de 2010

REPRESENTANTES DEL DADAISMO

El principal representante del dadaísmo es Tristan Tzara (Samuel Rosenstock) nació en 1896 en Paris y murió en 1963. Principal impulsor del grupo Dadá, surgido en Zurich durante la Primera Guerra Mundial que se proponía expresar su oposición al orden establecido mediante la ruptura con la lógica del lenguaje, en cuanto que elemento sustentador del sistema social. Editor, ensayista y poeta que fundó este movimiento con Hugo Ball.
Sus primeras obras:
• La primera aventura celeste del señor Antipirina (1916).
• Manifiesto dadá (1918)
• Venticinco poemas (1919).
 
 FUTURISMO
 
 
 
 

FUTURISMO

El futurismo nace en 1909, año en que el escritor italiano Marinetti publica su primer manifiesto, vital y ferozmente iconoclasta frente a la tradición. Es resueltamente antirromántico(“Matemos  el claro de la luna“), exalta la civilización mecánica y las conquistas de la técnica:” Un automóvil de carreras es más hermoso que la Victoria de Samotracia“ . La literatura, por tanto, escogerá nuevos temas: la máquina, el avión, la energía eléctrica, el deporte
El lenguaje pretenderá la supresión de adjetivos y adverbios, para conseguir dinamismo y rapidez verbal. Dejan las “palabras en libertad por la “destrucción de la sintaxis“.
Los escritores futuristas atacaron las influencias románticas y simbolistas que todavía estaban vigentes en determinadas expresiones literarias. Apelaban al instinto puro, a las pasiones elementales y a la irresponsabilidad.
En cuanto al estilo, es característico el verso libre; la asociación libre de palabras; la supresión de mayúsculas, adjetivosadverbios, los signos de puntuación, de la conjugación verbal; y daban especial importancia a la disposición tipográfica.
La literatura abrió sus puertas a temas inéditos hasta entonces y a nuevas posibilidades de lenguaje.
En España, el Futurismo no creó escuela.Pero, por otra parte la temática del futurismo aparece esporádicamente en los poetas del 27: Pedro Salinas escribe poemas a la bombilla eléctrica o la máquina de escribir y Rafael Alberti compone un madrigal al billete del tranvía y canta a actores de cine o a un portero de fútbol.
El Futurismo también se expresó en otros aspectos:
El futurismo en la música:
Su representante más ilustre es Luigi Russolo, que con su famoso Intonarumori lo que hizo fue reproducir el panorama sonoro de la máquina, incorporando los ruidos propios de la época industrial en el campo de la música.
 EXPRESIONISMO
 El expresionismo es un movimiento artístico surgido en Alemania a principios del siglo XX, en concordancia con el fauvismo francés y plasma el deseo de dar al espectador una visión de los sentimientos del artista. Recibió su nombre en 1911 con ocasión de la exposición de la Secesión berlinesa, en la que se expusieron los cuadros fauvistas de Matisse y sus compañeros franceses, además de algunas de las obras precubistas de Pablo Picasso.

En 1914 fueron también etiquetados como expresionistas el grupo de los pintores alemanes en Dresde y Berlín a partir de 1911 y Der Blaue Reiter (El Jinete Azul), formado en 1912 en Múnich, alrededor de un almanaque, dirigido por Kandinsky y Marc.
El expresionismo se entiende como una acentuación o deformación de la realidad para conseguir expresar adecuadamente los valores que se pretende poner en evidencia, y se manifestó como una reacción parcial al impresionismo.

Las característicos de las obras de arte expresionistas son el color, el dinamismo y el sentimiento. Lo principal para los pintores de principios del siglo no era reflejar el mundo de manera realista y fiel al contrario que los impresionistas sino, sobre todo, romper las formas. El objetivo principal de los expresionistas era transmitir sus emociones y sentimientos más profundos. De hecho, en cualquier reproducción en blanco y negro de un cuadro expresionista se nota esa energía y esa emotividad que reflejan todas sus obras
 
 
 
 También en la literatura expresionista aparecen como temas destacados, de igual forma que en la pintura, la guerra, la urbe, la fragmentación, el miedo, la pérdida de la identidad individual y el fin del mundo (apocalipsis). Sin embargo, no podemos obviar tampoco temas como la locura, el amor, el delirio y, cómo no, la naturaleza. La estética burguesa queda relegada por una "estética de la fealdad”. Ningún otro movimiento hasta la fecha había apostado de igual manera por la deformidad, la enfermedad y la locura como el motivo de sus obras. Como cualquier otro movimiento de cualquier otra época, tampoco el expresionismo tiene los límites bien definidos y, por ello, su definición depende del punto de vista que se adopte. En el campo de la literatura, pues, la llamada “década expresionista” denomina el periodo cumbre del movimiento; esto es, el periodo comprendido entre 1910 y 1920. La erupción de la segunda guerra mundial supone una fuerte ruptura, tanto en los tonos como en los tópicos, particularmente, en el campo de la poesía expresionista. Mientras algunos autores literarios (por ejemplo, los autores futuristas) consideraron la guerra como una fuerza arrasadora y renovadora que acabaría con la sociedad burguesa, por otro lado, la imagen del conflicto cobró tintes negativos de la mano de otros muchos poetas que plasmaron los horrores de la guerra en sus obras. Y no es de extrañar, ya que muchos de ellos habían vivido, en primera línea y en sus propias carnes, la desolación de la guerra.
 

domingo, 2 de junio de 2013

Romanticismo

Manuel Acuña
(Saltillo, 1849 - México, 1873) Poeta y dramaturgo considerado uno de los más destacados y característicos representantes del romanticismo mexicano. Su inflamado carácter romántico, el lirismo que fue apoderándose, poco a poco, de sus anhelos literarios y su naturaleza enfermiza conformaron paulatinamente unos poemas en los que se advierten los destellos de su pasión y su genio poético, características que la turbulencia de sus amores y desamores irían acentuando, para conducirlo, en medio de la locura de amor rechazado, al suicidio. El romanticismo del autor, sin embargo, incluyó, como en otros autores de la época, la actividad política y periodística y una visión filosófica liberal y positivista en que se reconoce el peso de Ignacio Manuel Altamirano, verdadero mentor de la generación romántica.
Manuel Acuña nació en Saltillo, capital del Estado de Coahuila, el 26 o el 27 de agosto de 1849, pues las fuentes difieren a veces en lo referente a la fecha exacta de su nacimiento, y recibió la primera educación en el Colegio Josefino de su ciudad natal. Adolescente todavía, apenas cumplidos los dieciséis años se traslada a la capital de la República con la inicial intención de cursar estudios de latinidad, matemáticas, francés y filosofía, para acabar luego inscribiéndose en la Escuela de Medicina, cuyos cursos siguió a partir de 1868.

Manuel Acuña
La incipiente afición a las letras se impondrá muy pronto en el espíritu del joven aspirante a médico que, ya en 1869, dispuesto a redimir a la humanidad por medio de la enseñanza, las artes y las ciencias, se lanza a lo que va a ser una prolongada y fecunda serie de colaboraciones en distintos diarios y revistas mexicanos. Manuel Acuña comienza así a colaborar en las páginas de numerosas publicaciones periódicas, como El Renacimiento (1869), El Libre Pensador (1870), El Federalista (1871), El Domingo (1871-1873), El Búcaro (1872) y El Eco de Ambos Mundos (1872-1873).
Influido a veces, como en Hojas secas, por el tardío romanticismo español de Gustavo Adolfo Bécquer y transido otras (en Ante un cadáver, por ejemplo) de un materialismo que cuestiona la propia existencia de Dios y se pregunta por el origen y el destino del hombre, por el sentido de su vida en la Tierra, por las razones del amor y el desamor, por la causa final de la injusticia, Acuña va adoptando un tono de encendida protesta existencial y revolucionaria, que no se ve mitigada por la fe religiosa o por el conformismo que debiera ser fruto natural de una cierta madurez, pero que asume en sus poemas humorísticos descarnados acentos de burla.
Perteneciente al Liceo Hidalgo, como su amigo el poeta Juan de Dios Peza, funda con Agustín F. Cuenca la Sociedad Literaria Nezahualtcóyotl, que se inspira en el ferviente ideario nacionalista del escritor, educador y diplomático Ignacio Manuel Altamirano, con su deseo de lograr que las letras mexicanas fueran, por fin, la fiel expresión de la patria y un elemento activo de integración cultural. El 9 de mayo de 1872, Manuel Acuña pudo ver cómo subía a los escenarios mexicanos El pasado, la única obra dramática que ha llegado hasta nosotros (pues escribió otra, Donde las dan las toman, que se ha perdido). Violentamente romántico, este drama plantea la redención de una joven prostituta gracias al amor y, en sus páginas, pueden ya rastrearse todas las características de la personalidad humana y literaria del joven poeta; una personalidad balbuciente todavía y que, desgraciadamente y por su propia voluntad, no tendrá tiempo para llegar a sazón.
Su apasionado y no correspondido amor por Rosario de la Peña, a la que elige como inspiradora de todos sus escritos y el objeto de todos sus sueños, le dicta el poema Nocturno a Rosario, la más popular y conocida de sus obras. Pese a cierta ingenuidad romántica, que convierte a Rosario en la musa por excelencia de las letras mexicanas, la elegancia de este poema, desprovisto de los oropeles, efectismos y exageraciones que desmerecen algunas de sus obras, puede hacernos pensar que se abría ante el joven Acuña un prometedor y esperanzado porvenir literario. Pero el sufrimiento moral puede llegar a ser insoportable, el amor desgraciado no engendra tan sólo obras dramáticas o inflamadas creaciones literarias y, por lo demás, como nuestro infeliz enamorado sabe muy bien, los héroes románticos suelen morir jóvenes; ahí están para demostrarlo las tumultuosas vidas de Byron y Shelley, ahí está también Larra llamándole desde el otro lado del Atlántico.
Manuel Acuña, envuelto en su aura romántica, no desea recorrer el camino hacia la gloria literaria que sus jóvenes escritos parecen reservarle y se niega a soportar una vida en la que su pasión vaya paulatinamente extinguiéndose, privada del amor de su esquiva musa. El 6 de diciembre de 1873 decide truncar las esperanzas que en él se habían depositado y cierra, con el suicidio, el curso de su existencia. Tendrán que pasar todavía muchos años para que los escasos poemas de Acuña abandonen las fugaces páginas amarillentas de los periódicos o revistas de la época y venzan por fin, ordenados en un volumen coherente, el silencioso olvido de las hemerotecas.
Obras de Manuel Acuña
Impulsivo, con destellos de genio, la vida y la obra de Manuel Acuña se truncaron sin llegar a cuajar: becqueriano en Hojas secas y materialista en Ante un cadáver, llega a la ingenuidad romántica en su Nocturno, que es el poema que le ha valido más notoriedad. Acuña es realmente un romántico de primera época, con su significación de protesta revolucionaria sin compensaciones, sin el consuelo de la fe y sin la resignación que la madurez suele proporcionar o propiciar. Los prosaísmos y la superficialidad que lo aquejan son pecados de juventud: la sencilla eficacia de su popular Nocturno nos mueve a pensar en lo que podría haber sido el poeta en su madurez.
Los poemas de Manuel Acuña vieron la luz póstumamente con el título de Versos, que se cambió por el de Poesías en la segunda edición (París, Garnier, 1884), y por el de Obras en la más reciente, o sea la publicada por José Luis Martínez (México, 1949). Produjo Acuña su obra poética entre 1868 y 1873, toda ella de carácter lírico, si se exceptúa el ya citado drama El pasado, que figura en las ediciones a partir de la de 1884.

Aparte de un grupo de poemas que pudiéramos llamar ideológicos (los tercetos Ante un cadáver, El hombre, etc.), los restantes pueden clasificarse en amorosos, patrióticos, humorísticos, descriptivos y de circunstancias. Entre los primeros, es uno de los mejores Resignación, motivado por su ruptura con Laura Méndez, al que siguen en mérito los tercetos A Laura y el Nocturno. De los patrióticos, son dignos de mención El Giro, Hidalgo, 15 de septiembre y Cinco de Mayo; de los humorísticos, La vida del campo y A la luna, y de los descriptivos, el rotulado San Lorenzo