ANÁLISIS DEL LIBRO 36 KILOS.
Fernanda y Regina son, desde muy pequeñas, las
mejores amigas. Lo han compartido todo: penas, sonrisas, sueños y frustraciones.
Han crecido juntas y en ningún momento han dejado de ser cómplices. Cuando están
por terminar la preparatoria y con ello definir el rumbo que tomarán sus vidas,
deciden hacer una dieta para lucir radiantes en su fiesta de graduación. Ambas
han sido siempre un poco llenitas, pero no fue sino cuando empezaron a
interesarse en los muchachos que su peso se convirtió en una preocupación.
Mientras que a Fernanda le alegra la reducción de kilos moderada pero constante
que consigue, Regina se obsesiona con estar delgada y se aísla cada vez más, lo
que atentará no sólo contra la entrañable amistad que tiene con Fernanda:
también contra su propia vida.
Con esta novela, Mónica Beltrán
Brozon obtuvo el Premio Gran Angular México en su edición 2008. El
libro confirma el buen tino de los jurados que otorgan el galardón, que cuenta
entre sus premiados a autores tan talentosos como Andrés Acosta, Antonio Malpica
y Jaime Alfonso Sandoval.
36 kilos es, en primer
lugar, una obra que se lee con fruición, gracias al creciente interés de su
argumento, cuyo conflicto principal se va intensificando conforme corren las
páginas. Es también un elocuente testimonio de los peligros que entrañan ciertos
desórdenes alimenticios tan comunes en la actualidad. Pero es sobre todo, tal
como dice la autora en la nota final del libro, un tributo a la amistad.
El tema que termina imponiéndose como central no es la anorexia, sino la fortaleza de una amistad que, a pesar de atravesar duras pruebas que pretenden debilitarla, se mantiene incólume. Da la impresión de que Regina podría haberse topado con un problema igual de grave que su enfermedad y Fernanda, del mismo modo que lo hace, habría estado ahí para apoyarla, sin importar la naturaleza del conflicto ni los constantes rechazos de su amiga.
La anorexia es una enfermedad de la que se ha
hablado y escrito mucho. Para el novelista que incorpore el tema a alguna de sus
ficciones, sobre todo si se dirige al público juvenil, debe de ser una tentación
grande el intervenir de una forma de otra en su narración para prevenir a sus
lectores del padecimiento y así tratar de convencerlos de que no caigan de él o
salgan de sus redes. De cierta forma da esa sensación la novela Melany.
Historia de una anoréxica (la traducción del título original podría ser
Aun si eso me mata) de Dorothy Joan Harris. En este libro, la protagonista
narra cómo cayó en la enfermedad y su lucha contra ella. En ocasiones, en su voz
alcanza a escucharse la de la autora tratando de disuadir a los lectores de
pasar por esa experiencia.
Parece evidente que la intención de Mónica Beltrán Brozon en 36 kilos no era esa. Por ello, convierte en narradora no a Regina, sino a Fernanda, quien se entera de forma gradual y con incredulidad en un principio del padecimiento de su amiga. Esto no quita a la novela su capacidad de dar cuenta de forma convincente de lo peligrosa y dura que es la anorexia, tanto para quien la padece como para sus seres queridos; pero sí evita el didáctismo o la mera prevención moral.
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