miércoles, 19 de febrero de 2014

LITERATURA Y CONTEMPORANEIDAD II

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Los niños malditos

Bruno Amadio, un pintor que pasó sus días con más pena que gloria y al que le ha sobrevivido una leyenda negra y oscura. Su colección “Los niños llorones”, dicen que está maldita, que sus cuadros son una puerta para pactar con el diablo y que terribles desdichas recaen en todos aquellos que se atreven a colgar uno de esos óleos en las paredes de su hogar.
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El pintor

Poco se sabe de éste personaje y los datos que se pueden encontrar son más que confusos. Amadio nació a principios del siglo pasado en Venecia, fue fascista y conservador y, cómo no, un fiel seguidor de Mussolini. Se cuenta que participó en la II Guerra mundial y que fue en ésta donde comenzó a pintar los cuadros malditos, la serie a la que llamó “Los niños llorones”.
En dichos cuadros, Giovanni Bragolin, pues con este nombre firmaba sus trabajos, pretendía mostrar el horror de la guerra en las lágrimas de esos niños desdichados y huérfanos, símbolo más que gráfico de las desgracias que dejaba el conflicto bélico allí por donde pasaba.
Cuenta la historia que Bruno Amadio pintó un total de 27 cuadros en esta serie y que todos los niños vivían en orfanatos o casas de beneficiencia.
Al finalizar la guerra, Amadio se traslada a vivir a España; primero a Sevilla, donde pasa varios años de su vida y más tarde a Madrid, donde se le pierde totalmente el rastro.
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La leyenda negra

Al igual que su vida, la leyenda que le acompaña también tiene un origen incierto. Según cuenta la versión más extendida, Bruno Amadio, harto de ser un pintor de tres al cuarto, pactó con el diablo para poder tener la fama y el reconocimiento que se merecía. (No se sabe a qué precio). La cuestión es que, de la noche a la mañana, sus cuadros se hicieron muy populares y a mediados de siglo eran un tesoro preciado del que se hacían cientos de reproducciones todos los años. A más de uno les sonarán las caras de estos niños pues más de una de nuestras abuelas seguro que lució una de estas copias en el salón. En algún lugar debió de ocurrir un incendio en el que lo único que se salvó fue el cuadro del niño llorón y aquí fue donde se desencadenó la leyenda que conocemos hoy en día. Las casas donde se cuelga uno de estos originales arden en llamas y son fuente de misteriosos poltergueist y fenómenos extraños.
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En una de las versiones de la leyenda urbana se cuenta que el primer cuadro que pintó Bruno, se quedó en el mismo orfanato de dónde era el niño retratado y que dicho orfanato ardió hasta los cimientos a los pocos días, todos murieron abrasados, incluso el propio niño que fue pintado por Amadio en el cuadro que, misteriosamente, fue el único objeto que no fue pasto de las llamas. De esto modo, el espíritu del niño quedó atrapado de algún modo en el lienzo que arrastraría la terrible maldición por el resto de los días. Personalmente, ésta versión que ronda por la red me parece una invención folklórica, pues ya se sabe lo que pasa con este tipo de leyendas en las que los dimes y diretes las van redondeando para rodearlas del entorno más macabro posible.
En fin, al final de los años setenta la leyenda se extendió como la pólvora y los testimonios sobre la mala suerte de todos aquellos que poseían uno de los cuadros de la colección se multiplicaban por momentos. Nadie quería tener uno de estos cuadros en su casa y las copias dejaron de realizarse por falta de pedidos, “por si acaso”, todos fueron descolgando sus cuadros y arrinconándolos en los desvanes si no deshaciéndose de ellos lo más rápido posible.
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Cuentan, que en determinadas fechas, si uno se ponía delante del niño llorón podía pactar con el diablo, y éste te podía mirar directamente a los ojos a través de los enrojecidas y llorosa mirada del niño.
Hoy en día todavía quedan muchos de sus cuadros en circulación, y todavía son muchos los que aseguran que en sus hogares suceden hechos extraños. ¿Leyenda urbana? ¿Cuentos de viejas? Para comprobarlo tan solo hay que comprar uno de estos cuadros y colgarlo durante una temporada sobre la cabecera de sus camas. Eso sí… tengan un extintor bajo la almohada.


Pintura del niño llorón o Acuarela del Diablo?

A partir de los años 70 hasta 1990, en todas partes de Turquía se podían ver pósteres de ese cuadro. Su autor: Bruno Amadio, Franchot Seville, popularmente conocido como (Giovanni) o J. Bragolin.
Según la leyenda, este pintor, frustrado por su nula fama como artista, habría hecho un pacto con el Diablo para que sus pinturas fueran bien recibidas por la sociedad. Después de eso, realizó una serie de trabajos en los que destacaba la presencia de niños llorando. Uno de esos cuadros fue realizado a un niño que vivía en un orfanato. Más tarde, el orfanato se incendió con el niño adentro, y desde entonces se ha dicho que ese cuadro en especial adquirió el espíritu del niño.
La gran expresividad y simbolismo que refleja, emanada de la sensibilidad de autor e influidas por los acontecimientos sociales del momento, hacen de estos motivo de fábulas que nunca han sido corroboradas a ciencia cierta.
Se dice que este cuadro atrae desgracias a quienes lo posean. No obstante, ha sido el cuadro de mayor difusión de este artista, siendo muy solicitadas sus reproducciones en países como España, Inglaterra o Chile, ya que algunos le interpretan una función de protección a los niños pequeños.
La verdad es que hace varias noches estaba soñado con este cuadro. Ordenando una bodega hace unos días, entre cajas y tablas, después de casi 30 años, el cuadro apareció. Lo misterioso es que muchas veces se había trabajado en esa bodega y nadie se percató de su presencia.
Como dato curioso, cada vez que trate de mandar este artículo, desde distintos computadores y lugares, se caía la conexión u ocurría algo que lo interrumpía, como los cortes de luz en más de una ocasión.


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