miércoles, 12 de marzo de 2014

CHILAM BALAM

                   


        La autenticidad de los libros del Chilam Balam como traducciones de antiguos jeroglíficos es indiscutible. En ellos se recogen profecías en ciclos de trece katunes (trece grupos de veinte años).

    Son varios libros, denominado cada uno de ellos por el nombre del lugar donde fue encontrado. Entre todos ellos destaca el de Chumayel. Balam, que significa brujo o jaguar, es el título que recibía la clase sacerdotal encargada de leer los libros sagrados –los famosos códices- y de interpretar los designios celestes.

    El don profético y la capacidad para descifrar las señales de la naturaleza de los antiguos sacerdotes mayas provenía de su atenta observación de los astros y del registro minucioso de cada dato. Los libros del Chilam Balam suponen una importante referencia, pues allí dejaron reflejados sus augurios.

    No sólo anunciaron la llegada de los españoles, sino que los textos proféticos del 12 y 10 Ahau Katún de la primera rueda profética se corresponderían con los tiempos actuales.

En éstos se anuncia la aparición de “grandes maestros, grandes sabios, grandes magos”, como preludio del despertar de la humanidad en el “tiempo de los balbuceadotes descendientes del futuro”. También se alude al Ah Kin, sacerdote del culto solar que “ata los palos al juntar las cuatro partes del cielo”, lo que se interpreta como una referencia a la gran cruz cósmica.
Chilam Balam     Del mismo modo se manifiesta el lamento de los “años estériles”, en los que no habrá pan. Esta profecía podría aludir a la pobreza en la que vive sumida la mayor parte de la humanidad y también y también a la maldad de los Halach winikes, los jefes y sus súbditos; un panorama que parece indicar el descrédito por la actitud de los gobernantes que sufren las instituciones políticas de casi todos los países.
En el Chilam Balam el mal está representado por “un imperio en el cielo” y, además, podemos leer el siguiente pasaje:

     “Entrará el pecado en el mundo al sonar los atabales al sonar las sonajas
agitadas por los cuatro bacabes, vertedores, cuando rasguñen las espadas las ceibas de la tierra, cuando hagan salir por completo la lengua al que le corten el resuello”.

                  

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