jueves, 22 de mayo de 2014

NOVELA CONTEMPORANEA




       Esta es la historia de Catalina desde sus años de inocencia y el descubrimiento del primer amor en el general Andrés Ascencio, pasando por la transformación en una mujer madura, más bien incrédula de las apariencias que le rodean y des-enamorada, hasta su liberación personal primero por medio de la pasión que conoce con Carlos Vives y luego por medio de la muerte de Ascencio. De la iniciación en los “sentimientos” al despecho por los “resentimientos”.
Arráncame la Vida es la primera novela de Mastretta, quien en adelante centrará la mayor parte de sus escritos en personajes femeninos.  Ambientada en la violencia política de la primera mitad del Siglo XX en México, e inspirada en Maximino Ávila Camacho (Andrés Ascencio), la novela es un muestrario de la posición de la mujer en la sociedad del momento: mujeres preparadas para conseguir buen marido (o buen amante) que sea capaz de mantenerlas por el resto de la vida a cambio de la gerencia del hogar, la cocina, la vida social y los hijos. No se les permitían libertades ni tenían derecho a opinar o proponer en materia de negocios o política.
Catalina es un personaje “medio” por el cual la autora  se permite la crítica de dicha organización social, que con diferentes matices, trasciende hasta nuestros días.  Ella narra su propia historia, casi como una reflexión íntima, como cuando se refiere a la infidelidad: (p.164) “Me volví infiel mucho antes de tocar a Carlos Vives. (…) Nunca quise así a Andrés, nunca pasé las horas tratando de recordar el exacto tamaño de sus manos ni deseando con todo el cuerpo siquiera verlo aparecer. (…) Nunca hice con tanta libertad todo lo que quise hacer como en esos días, y nunca sentí con tanta fuerza que todo lo que hacía era inútil, tonto y no deseado. Porque de todo lo que tuve y quise lo único que hubiera querido era a Carlos Vives a media tarde”.  Sin embargo, Catalina no es una heroína desde el punto de vista de la justicia social (que pudo serlo), ni tampoco la heroína de las mujeres de su tiempo… ella es la heroína únicamente de si misma, pues por su propio entendimiento va desarrollando su personalidad, rebelde desde el principio, para afianzarse ante el poder que ejerce el marido sobre ella, su casa y los hijos y finalmente, liberarse del yugo por su propia mano.
La historia es abundante en la descripción de las pasiones y de los diversos tipos de relación de poder entre hombres y mujeres y también entre los hombres entre sí.  Hay encuentros apasionados como los protagonizados por Catalina con Andrés y con Carlos. Además, es también abundante en la descripción de los ambientes físicos, la moda de la época, los escenarios y hasta la comida.  Un conjunto de narración y descripción que conforma una obra de lectura sin complicaciones de estilo ni de estructuras de tiempo no lineales.
Pero Mastretta introduce a su narración un elemento clave en esta novela, determinado ya en el título: el bolero y el tango. Esa expresión musical que no es otra cosa que la pura expresión de las pasiones más profundas: del desamor, de la rabia, del amor no correspondido, de las pasiones efímeras. La música se va introduciendo en la novela lentamente, hasta convertirse en un punto central la noche en que ya es evidente para todos los involucrados que Catalina ya no ama a Ascencio, sino que se muere por Vives, que Vives está jugándose la vida enfrentando a Ascencio y que Ascencio no va a dar su brazo a torcer. Todo aderezado por la voz de Toña la Negra y con el punto final de Catalina cantando precisamente Arráncame la Vida, (tango de Agustín Lara).
Y Andrés se la arranca: Catalina entiende que la muerte de Vives fue ordenada directamente por Andrés y de ahí en adelante vemos a una Catalina más testigo que protagonista y con una actitud un tanto más indiferente ante las decisiones de Ascencio. Con esa misma actitud, reflexiva y lenta, prepara cada día el té “medicinal” que finalmente terminará con la vida de Ascencio y la dejará libre para ejercer el estado ideal de la mujer (la viudez): “Divertida con mi futuro, casi feliz”.




















"Arráncame la vida" de la escritora mexicana Ángeles Mastretta.
Uno de los aspectos que la novela contemporánea gusta de presentar en sus líneas es la vida cotidiana de las personas de todos los estratos sociales. Ángeles Mastretta (Puebla 1949 – ) es una escritora mexicana reconocida internacionalmente por presentar retratos de este tipo en sus obras, entre las que encontramos novelas, ensayos y poemas, cada uno con un alma distinta que retrata escenas fundamentales de la vida de un país: México. La poblana se da a conocer de manera mundial con su primera novela –y segunda obra publicada, siendo la primera el libro de poemas La pájara pinta (1978) – Arráncame la vida en 1985, obra con la que consigue obtener el Premio Mazatlán para posteriormente ser traducida a once idiomas, cautivando un gran público, principalmente femenino.
En Arráncame la vida se capta la vida de una muchachita de pueblo a quien la vida y los contactos hechos en ella la transfieren de su hogar en el campo a su mansión en la capital en compañía de su marido, un político mexicano empecinado con obtener el poder, a cualquier precio. Más que una historia de poder y estrategia políticas, ésta es una historia de ambición y descubrimiento personal, mostrando en sus 25 capítulos la travesía de Catalina Ascencio desde la comodidad de su hogar paternal hasta los vestigios de su vida de lucha intensa al lado de un hombre quien se encarga de convertir todo lo que alguna vez hubo de inocencia en la protagonista en astucia y complejidades.La obra de Mastretta es en general catalogada de feminista por la crítica nacional e internacional, y, como señalado anteriormente, goza de un lugar bien merecido en el corazón de las lectoras mujeres. En Arráncame la vida se exaltan las ansias de toda mujer por buscar igualdad frente a su contraparte masculina, mostrando los estragos que una educación altamente conservadora puede llegar a causar en los espíritus libres. Educada en la espera del amor perfecto, en la búsqueda de la felicidad al lado de un hombre y en la plena confianza de sus protectores, la mujer poblana retratada en esta fábula del México post revolucionario se lleva una gran decepción al percatarse de que la vida no es como en lo cuentos de hadas, que su hombre fuerte y gallardo no es más que un malandrín mal viviente quien para ascender (tal y como su nombre lo indica) se vale de las espaldas de los demás, haciendo caso omiso de todo el mal que causa a quienes lo rodean.





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