lunes, 15 de septiembre de 2014

FABULA




                           
¿Qué es una fabula?
En las fabulas los actores siempre son animales, plantas, cosas las cuales presentan características humanas.
Una Fábula es un texto de juegos protagonizado por animales que hablan y escrito en prosa o verso con una intención didáctica de carácter ético y universal formulada la mayor parte de las veces al final, en la parte denominada moraleja, más raramente al principio o eliminada ya que puede sobreentenderse o se encuentra implícita. Francisco Martín García, gran estudioso del tema, la define como:
Se diferencian de los apólogos en que éstos son más generales y en ellos pueden intervenir además hombres y personajes tanto animados como inanimados. Pueden estar escritas en prosa o verso. En el Index motifs, catálogo de motivos de relatos folclóricos de Antti Aarne y Stith Thomson (Aarne-Thompson), figura clasificado como “cuentos de animales”.
Las fábulas y los apólogos fueron utilizados desde la Antigüedad grecorromana por los esclavos pedagogos para enseñar conducta ética a los niños que educaban. La moral educida de estos ejemplos era la del Paganismo: es imposible cambiar la condición natural de las cosas, incluida la condición humana y el carácter de las personas; el Cristianismo sustituyó esta concepción del mundo por otra que presuponía en el hombre la posibilidad de cambiar su naturaleza.
Esopo y Babrio, entre los autores de expresión griega, y Fedro entre los romanos, han sido los autores más célebres de fábulas y han servido de ejemplo a los demás. En la Edad Media circularon por Europa numerosas colecciones de fábulas pertenecientes a otra tradición autónoma, de origen indio (Hitopadesa, Pancatantra), difundidas a través de traducciones árabes o judaicas españolas o sicilianas. Muchas de ellas fueron a pasar a libros de ejemplos para sermones. El más famoso fue sin duda la Disciplina clericalis del judío converso español Pedro Alfonso, entre otros muchos. Durante el Renacimiento recibieron el interés de los humanistas; Leonardo da Vinci, por ejemplo, compuso un libro de fábulas. Con la revitalización de la Antigüedad clásica en el siglo XVIII empezaron a escribirse fábulas; destacaron en esta labor los franceses Jean de La Fontaine y Jean Pierre Claris de Florian, los españoles Tomás de Iriarte y Félix María Samaniego, los ingleses John Gay y el alemán Gotthold Ephraim Lessing.
Posteriormente, en el siglo XIX, la fábula fue uno de los géneros más populares, pero empezaron a extenderse sus temas y se realizaron colecciones especializadas. En España destacaron especialmente los escritores Cristóbal de Beña (Fábulas políticas) y Juan Eugenio Hartzenbusch; en Estados Unidos, Ambrose Bierce, con sus Fábulas fantásticas y su Esopo enmendado, libros poblados por la ironía y la sátira política, y en Gran Bretaña Beatrix Potter (1858-1943).


CLASIFICACIÓN DE LAS FÁBULAS
En el extenso panorama de las fábulas y de los fabulistas debe haber
una serie de criterios que permita al lector no perderse entre el enmarañado
mundo de las fábulas por la proximidad de temas, la repetición de ejemplos y
las diferencias de pequeños matices que se vislumbran al leer las fábulas.
El criterio de clasificación de las fábulas que, a continuación, se apunta
tiene como centro el estudio de los personajes, protagonistas que intervienen
en ellas. Es menester hacer notar que el término personaje define no sólo a
los seres que tiene la facultad de razonar, sino también, a los animales y seres
del reino vegetal y mineral que intervienen en ellas con las mismas
facultades que si del hombre se tratara.
Cinco son los centros de interés que tiene este trabajo y las posibles
relaciones que mantienen entre ellos: los dioses, los hombres, los animales,
los vegetales y las cosas inanimadas, principalmente objetos. A partir de estos
centros de interés, para dar un formato definitivo las fábulas se nombran en
distintas series con un patrón definido. De cada serie y de cada tipo se
propone un ejemplo de fábula que la identifica con la clasificación
propuesta.

                                                         Tipos de fabulas


Fabula clásica.
Esopo
El león y el ratón
Dormía tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el momento oportuno. El león echó a reir y lo dejó marchar.
Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oir los lamentos del león, corrió al lugar y royó la cuerda, dejándolo libre.
-- Días atrás -- le dijo --, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por tí en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos.

Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento las cumplirán.
Fabula Neoclasica.
Fontaine.
La Fontaine fue un gran cuentista de fábulas.Sus fábulas fueron publicadas en múltiples ediciones ilustradas.Las fábulas de La Fontaine tenían mayor soltura que las esópicas.También es autor de "Cuentos Galantes" que fueron adaptados al cine por Benazeraf.
La gallina de los huevos de oro
Un granjero tenía una gallina, que todos los día ponía un pequeño huevo de oro. Al comienzo el granjero estaba feliz, aumentando su fortuna todos los días un poco más. Pero se volvió impaciente y quiso conseguir una gran riqueza mas rápidamente, así que decidió matar a la gallina, pero cuando le abrió la panza se dio cuenta que no era diferente al resto de las gallinas, que el animal no tenía escondido ningún tesoro.
Se apenó mucho ya que comprendió, que no hallo tesoro, pero que tampoco tendría el huevo diario de oro.

Moraleja: ¡Cuantos hay que teniendo bastante, desean enriquecerse al instante y suelen perder todo por alcanzar riquezas inmediatas!
Iriarte.
Tomás de Iriarte conocido por sus Fábulas literarias, consideradas de mayor calidad poética que las de Félix María Samaniego y donde abunda un elemento muy raro en este tipo de composiciones, la originalidad, también en los aspectos formales, ya que ensaya gran número de estrofas y versos que se adaptan curiosamente a los temas tratados en ellas, haciendo alarde de un gran dominio de la versificación. Muchas de sus fábulas incluyen alusiones a literatos de la época y en el prólogo reivindica ser el primer español en introducir el género, pasando por alto las contribuciones de su enemigo Samaniego.
El ratón y el gato
Cierto día dijo un ratón en su agujero:
no hay virtud más amable y estupenda
que la fidelidad: por eso quiero
tan de veras al perro perdiguero.
Un gato replicó: Pues esa virtud
yo la tengo también... Aquí se asusta
mi buen ratón, se esconde,
y torciendo el hocico, le responde:
¡Cómo la tienes tú!... Ya no me gusta.

Moraleja: La alabanza que muchos creen justa,
injusta les parece,
si ven que su contrario la merece.

Fabula contemporánea.
Augusto Monterroso.
La oveja negra.
En un lejano país existió hace muchos años una oveja negra. 
Fue fusilada. 
Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque. 
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.

El ratón campestre y el cortesano. Fábula clásica de Esopo con moraleja

                                               El ratón campesino y el cortesano

Un ratón campesino tenía por amigo a otro de la corte, y lo invitó a que fuese a comer a la campiña.
Pero como sólo podía ofrecerle trigo y yerbajos, el ratón cortesano le dijo:
- ¿Sabes amigo que llevas una vida de hormiga? En cambio yo poseo bienes en abundancia. Ven conmigo y a tu disposición los tendrás.
Partieron ambos para la corte. Mostró el ratón ciudadano a su amigo trigo y legumbres, higos y queso, frutas y miel.
Maravillado el ratón campesino, bendecía a su amigo de todo corazón y renegaba de su mala suerte.
Dispuestos ya a darse un festín, un hombre abrió de pronto la puerta. Espantados por el ruido los dos ratones se lanzaron temerosos a los agujeros.
Volvieron luego a buscar higos secos, pero otra persona incursionó en el lugar, y al verla, los dos amigos se precipitaron nuevamente en una rendija para esconderse.
Entonces el ratón de los campos, olvidándose de su hambre, suspiró y dijo al ratón cortesano:
- Adiós amigo, veo que comes hasta hartarte y que estás muy satisfecho; pero es al precio de mil peligros y constantes temores. Yo, en cambio, soy un pobrete y vivo mordisqueando la cebada y el trigo, pero sin congojas ni temores hacia nadie.
Si conoces alguna otra fábula para niños y quieres compartirla con nosotros y los demás padres, estaremos encantados de recibirla.



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