martes, 31 de mayo de 2016

NOCTURNO A ROSARIO.




   
  1.                                                    "Nocturno a Rosario"
                                                                                        por Manuel Acuña
                                                                                                                    (1849-1873)
    El poeta se suicidó a los 24 años
    por causa de este fatal amor
    con una mujer casada.


    NOCTURNO A ROSARIO
    por Manuel Acuña

    Pues bien, yo necesito
    decirte que te adoro,
    decirte que te quiero
    con todo el corazón;
    que es mucho lo que sufro,
    que es mucho lo que lloro,
    que ya no puedo tanto,
    y al grito que te imploro
    te imploro y te hablo en nombre
    de mi última ilusión.

    De noche cuando pongo
    mis sienes en la almohada,
    y hacia otro mundo quiero
    mi espíritu volver,
    camino mucho, mucho
    y al fin de la jornada
    las formas de mi madre
    se pierden en la nada,
    y tú de nuevo vuelves
    en mi alma a aparecer.

    Comprendo que tus besos
    jamás han de ser míos;
    comprendo que en tus ojos
    no me he de ver jamás;
    y te amo, y en mis locos
    y ardientes desvaríos
    bendigo tus desdenes,
    adoro tus desvíos,
    y en vez de amarte menos
    te quiero mucho más.

    A veces pienso en darte
    mi eterna despedida,
    borrarte en mis recuerdos
    y huir de esta pasión;
    mas si es en vano todo
    y mi alma no te olvida,
    ¡qué quieres tú que yo haga
    pedazo de mi vida;
    qué quieres tú que yo haga
    con este corazón!

    Y luego que ya estaba?
    concluido el santuario,
    la lámpara encendida
    tu velo en el altar,
    el sol de la mañana
    detrás del campanario,
    chispeando las antorchas,
    humeando el incensario,
    y abierta allá a lo lejos
    la puerta del hogar...

    Yo quiero que tú sepas
    que ya hace muchos días
    estoy enfermo y pálido
    de tanto no dormir;
    que ya se han muerto todas
    las esperanzas mías;
    que están mis noches negras,
    tan negras y sombrías
    que ya no sé ni dónde
    se alzaba el porvenir.

    ¡Que hermoso hubiera sido
    vivir bajo aquel techo.
    los dos unidos siempre
    y amándonos los dos;
    tú siempre enamorada,
    yo siempre satisfecho,
    los dos, un alma sola,
    los dos, un solo pecho,
    y en medio de nosotros
    mi madre como un Dios!

    ¡Figúrate qué hermosas
    las horas de la vida!
    ¡Qué dulce y bello el viaje
    por una tierra así!
    Y yo soñaba en eso,
    mi santa prometida,
    y al delirar en eso
    con alma estremecida,
    pensaba yo en ser bueno
    por ti, no más por ti.

    Bien sabe Dios que ese era
    mi más hermoso sueño,
    mi afán y mi esperanza,
    mi dicha y mi placer;
    ¡bien sabe Dios que en nada
    cifraba yo mi empeño,
    sino en amarte mucho
    en el hogar risueño
    que me envolvió en sus besos
    cuando me vio nacer!

    Esa era mi esperanza...
    mas ya que a sus fulgores
    se opone el hondo abismo
    que existe entre los dos,
    ¡adiós por la última vez,
    amor de mis amores;
    la luz de mis tinieblas,
    la esencia de mis flores,
    mi mira de poeta,
    mi juventud, adiós!




    Manuel Acuña Narro (Saltillo, Coahuila, 27 de agosto de 1849 - Ciudad de México, 6 de diciembre de 1873) fue un poeta mexicano que se desarrolló en el estilizado ambiente romántico del intelectualismo mexicano de la época.


    Como estudiante universitario abordó varias ramas de la ciencia, como filosofía y matemáticas, además de varios idiomas, como el francés y el latín. Comenzó la carrera de medicina, aunque todo terminó con su vida a los 24 años. Durante sus años de participación en tertulias literarias conoció a Ignacio Manuel Altamirano, Agustín F. Cuenca y Juan de Dios Peza. Con este último mantuvo un fuerte vínculo amistoso, motivo por el cual Peza fue uno de los oradores principales el día del sepelio de Acuña.

    Su carrera literaria fue breve, aunque fructífera. Comenzó en 1869, con una elegía a la muerte de Eduardo Alzúa amigo suyo. Ese mismo año, al lado de un grupo de intelectuales, fundó la Sociedad Literaria Nezahualcóyotl en uno de los patios del ex convento de San Jerónimo, que le sirvió para dar sus primeros pasos como poeta. Varios de sus trabajos de esta época se encuentran en el suplemento del periódico La Iberia.

    Es una leyenda que su enamoramiento de Rosario de la Peña fue la presumible causa de su infortunado suicidio, mediante envenenamiento con cianuro de potasio. En opinión de algunos críticos, Rosario fue solamente una razón adicional a sus problemas de pobreza extrema. Acerca de Rosario de la Peña se sabe que también fue pretendida por José Martí y Manuel M. Flores. Con todo, recientemente se ha dejado claro que aunque el enamoramiento por De la Peña pudo tener lugar, la realidad era que Acuña sostenía una relación menos idealizada con una poetisa que a la postre se convirtió en una intelectual famosa: Laura Méndez de Cuenca. Murió en su habitación de la Escuela de Medicina el 6 de diciembre de 1873.

    Uno de sus poemas más célebres es el "Nocturno", dedicado a Rosario de la Peña, su trabajo más representativo. El acalitense Jesús F. Contreras realizó una escultura a Manuel Acuña, la cual fue expuesta en el pabellón Mexicano de la Exposición Universal de París en el año 1900, junto con su obra Malgre-Tout; por esos trabajos mereció la banda de la Legión de Honor. La obra dedicada al poeta, fabricada en mármol de Carrara, se encuentra en la plaza Acuña de Saltillo.

    Sus restos, inicialmente depositados en el Cementerio de Campo Florido, en la capital del país, fueron trasladados a Saltillo en 1917 y yacen en la Rotonda de los Coahuilenses Ilustres del Panteón de Santiago de su ciudad natal.

    Sobre él, José Martí, el político, pensador y poeta cubano, escribió en 1876: "¡Lo hubiera querido tanto, si hubiese él vivido!... Hoy lamento su muerte: no escribo su vida; hoy leo su nocturno a Rosario, página última de su existencia verdadera, y lloro sobre él, y no leo nada. Se rompió aquella alma cuando estalló en aquel quejido de dolor".

    Pepe Monteserín escribió la novela La lavandera, Premio Lengua de Trapo del año 2007, que trata la vida de Manuel Acuña. "Un suicidio, el de Manuel Acuña, y lo contrario de un suicidio, mi supervivencia, eso voy a contar".

    Linea de tiempo

    1849 Manuel Acuña nace en Saltillo (Estado de Coahuila, México) el 27 de Agosto.
    1868 Comienza sus estudios en la Escuela de Medicina.
    1869 Inicia su actividad literaria colaborando en El Renacimiento.
    1870 Publica sus Textos en El Libre Pensador.
    1871 Realiza múltiples colaboraciones periodísticas en El Federalista, El Eco de ambos Mundos y otras publicaciones.
    1872 Se estrena El pasado, drama en tres actos, único que el autor verá puesto en escena.
    1873 Se suicida en Ciudad de México, el 6 de diciembre.
    1911 Edición de sus Poesías completas en París.
    1917 sus restos mortales son trasladados de la Rotonda de los Hombres Ilustres a Saltillo.
    1949 Aparece su obra reunida y editada por José Luis Martínez.

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