domingo, 1 de marzo de 2015

LINEAL


                                                   



                                                  LINEALIDAD  EN  LA  LITERATURA

                  Cuando hablamos de narrativa digital, en general se entiende que ésta será fragmentada y no lineal. El propio hecho de que la literatura digital se fundamente en gran medida en los hiperenlaces y en el hipertexto conduce a que así sea.
     Es cierto que existe literatura digital lineal de alta calidad (como por ejemplo la obra de Juan José Díez Don Juan en la frontera del espíritu) en la que los enlaces son más utilizados como notas a pie de página que como red de navegación a través de la trama, pero en general, cuando se analiza la literatura digital, la no linealidad, la fragmentación, el dejar al lector que encuentre (a veces, con mucha dificultad) su camino a través de la historia es la tónica dominante.
     Sin duda, hay que señalar que esto ocurre porque, quizá, la literatura digital no acaba de encontrar su camino de futuro y sigue basándose en los conceptos de enlace y de disgregación que fueron inventados y desarrollados ya hace varias décadas. Es posible (de hecho yo estoy convencido de ello) que alguien encontrará algún día un camino distinto que aúpe a la literatura digital al mismo nivel de calidad, expresión artística y aceptación popular que la literatura convencional, ahora digitalizada.
    Pero, hoy y aquí, parece bastante claro que la literatura digital transcurre por los campos del enlace, el hipertexto y la no linealidad.
    ¿Es posible hacer literatura sin linealidad?
    Que es posible, es evidente porque existen obras tanto digitales como no digitales que se basan en la disgregación, en la red de potenciales caminos distintos de lectura y en la no continuidad. Ahora bien, excepto en muy pocos casos, estos trabajos no parecen ser exitosos, no llegan al gran público, no son aceptados gustosamente por los lectores (y aquí debemos cuidarnos muy mucho de decir que el público no está formado. El ir contra corriente no es bueno porque sí), no emocionan, no parece que pasen a la historia de la gran literatura. Desde este punto de vista puede trazarse una similitud con la música contemporánea que a fuerza de disonancias, inarmónicos, modulaciones estridentes, atonalidad y falta de melodía cantábile ha acabado por quedar reducida a un gueto minoritario mientras la realidad de la vida corre por otros derroteros.










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