martes, 17 de marzo de 2015

RABINAL ACHI




             


                                                   

LITERATURA MAYAmanifestaciones artisticas

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El Rabinal Achí o Danza del Tun1 es una obra de teatro maya achí que data aproximadamente del siglo XIII d. C. Se trata de una obra representativa del período posclásico maya2, puesta en escena en la comunidad de Rabinal de Guatemala hasta el día de hoy. A fines del año 2005, el Rabinal Achí fue declarada por la UNESCO una de las 43 nuevas Obras Maestras del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.
En 1986, la Danza del Tun fue abordada como objeto de estudio por un equipo interdisciplinario de investigación, dirigido por el antropólogo Carlos García Escobar, e integrado por Hugo Fidel Sacor, Silvia Álvarez Aguilar y Enrique Anleu Díaz. La investigación dio como resultado la primera traducción directa del quiché al español que incluía una propuesta de composición de la danza y de la música. El proyecto contó además con la colaboración de José León Coloch, actor integrante del grupo teatral que desde la década de 1950 ha participado en las sucesivas puestas en escena de la obra y es el heredero por parte del director del elenco, Esteban Xolop, de todos los elementos coreográficos, trajes, máscaras e instrumentos musicales utilizados en la representación de la Danza del Tun. En el año 2000, José León Coloch, dueño y principal del drama danzario Rabinal Achí, recibió la Medalla Presidencial, por su labor como depositario y encargado de conservar vigente la obra (García 1).
Desde el siglo XIII al XVII, el Rabinal Achí fue representado sistemáticamente en las comunidades maya achí. En 1625, el oidor Juan Maldonado de Paz, Juez oficial de la Casa de Contratación de las Indias, prohibió su escenificación, lo que trajo como consecuencia que a partir de esa fecha y hasta 1856, la obra fuera representada clandestinamente3.
A mediados del siglo XIX, entre 1850 y 1855, fue dictada en maya-achí, al abate Brasseur de Bourbourg, cura párroco del pueblo de San Pablo de Rabinal4, por Bartolo Zis, el “depositario” del Tun y encargado de conservar la obra. Bourbourg la transcribió al quiché y posteriormente hizo una traducción al francés. De la versión publicada por el abate en 1862, Georges Raynaud hizo una nueva traducción en 1928, de la cual dos años después, Luis Cardoza y Aragón elaboró la primera traducción al español. Es a partir de esta versión del Rabinal Achí que desde perspectivas históricas, antropológicas, sociológicas y literarias se ha realizado gran parte de las investigaciones sobre la obra.
Aparentemente, a partir de 1856 fue levantada la prohibición de la que había sido objeto el Rabinal Achí durante más de doscientos años y la obra volvió a ser puesta en escena públicamente. Gracias a la escenificación se restauró una escritura de gestos, sonidos y movimientos de los cuerpos maya-achí y queché en el espacio escénico mesoamericano del siglo XIX, que actualizaba otras escrituras, aquellas compuestas por los cuerpos prehispánicos (Schechner 60). Se recompusieron ciertas técnicas corporales ancestrales y algunos procedimientos de apropiación por medio de los cuales los actores se despojaron de su cuerpo normal para alcanzar un cuerpo mágico5. Se recompusieron sonidos de instrumentos de viento y percusión, planteando propuestas de sentido y significación. Las voces variaron en entonación, potencia y timbre para restaurar unos discursos poé-tico-dramáticos primorosos, en tanto prolíficos en metáforas, paralelismos, difrasismos, estribillos y formas reverenciales. La escenificación del Rabinal Achí o Danza del Tun actualizó una propuesta dramática ancestral inserta en el esquema religioso de las culturas prehispánicas, en la que el cuerpo operaba en cercano contacto con la naturaleza y el cosmos, interpretando sus ritmos, combinaciones, pausas y cortes.
La obra, considerada la mejor expresión de la cosmovisión de Rabinal, se sigue representado hasta el día de hoy en el Departamento de Baja Verapaz, durante la fiesta patronal de San Pablo6, junto al baile de los Negritos y Paxcá y el Chico Mudo. Según Georges Raynaud, el Rabinal Achí es “la única pieza del antiguo teatro amerindio que ha llegado hasta nosotros” sin que en la forma o en el fondo pueda descubrirse “la más mínima traza de una palabra, de una idea, de un hecho, de origen euro-peo”7. Lo que no significa, según lo señala el mismo Raynaud, que no obren en ella influencias nefastas indirectas, como aquellas que contribuyeron a truncar el texto, omitiendo toda referencia al esquema religioso en el que éste estaba inserto. Es curioso que Raynaud haya afirmado esto en circunstancias que para las culturas mesoamericanas la religión daba unidad y sentido a todos los momentos de la vida personal y social (Portilla, Literatura del México 241, Garibay 356).


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