martes, 19 de agosto de 2014

VIDA DE LAS MUJERES EN EGIPCIA




                  La mujer en el Antiguo Egipto

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El lugar que ocupaba la mujer en el Antiguo Egipto puede parecer sorprendente por su "modernidad", si se compara con el que ocupaba en la mayoría de países de la época, e incluso de épocas posteriores.

Busto de mujer.
Aunque hombre y mujer tradicionalmente tenían prerrogativas bien diferenciadas en la sociedad, no parece que hubiera una barrera insuperable para quien quisiera variar el esquema. El egipcio de aquel tiempo reconoce a la mujer, no como igual al hombre, pero sí como su complemento. Este respeto se expresa claramente tanto en la teología como en la moral, pero es bastante difícil determinar su grado de aplicación en la vida cotidiana de los egipcios. Eso sí, está muy distante de la sociedad Griega, dónde la mujer era considerada como "un menor de edad eterno". Por otra parte, la literatura egipcia no vacila en presentar la mujer como frívola, caprichosa y poco fiable, pero a pesar de todo, las egipcias se beneficiaron de una posición que se encontraba en pocas sociedades.

Ámbito social

Igualdad ante la ley

Dueña de la casa
Nebet-per
Nb.t-pr'

en jeroglífico
V30
X1
O1
Z1
Para los antiguos egipcios, los niños eran lo más importante. En la familia, la mujer era la "dueña de la casa", a diferencia de la Antigua Grecia o Roma, donde el pater familias era el hombre.
Por lo que sabemos, parece que varón y mujer eran iguales ante la ley, en contraste con el derecho griego y romano. Ellas podían manejar su propia herencia o estar al frente de un negocio, como la dama Nenofer en el Imperio Nuevo; podían ser también médicos, como la dama Peseshet durante la Dinastía IV.

Escena de caza.
Al casarse, la mujer mantenía su nombre, con el añadido “esposa de X”, lo que es natural ya que el matrimonio no constaba como un acto administrativo, cosa rara en un Estado con la mayor burocracia posible, ni tampoco era una demostración religiosa. Simplemente, ratificaba el hecho de que un hombre y una mujer deseaban convivir, eso en el caso en que se hiciera un contrato matrimonial, que no era necesario más que a efectos económicos para diferenciar el Patrimonio de cada cual.[1] [2]
El marido debía garantizar el bienestar de su esposa, incluyendo, por supuesto, el plano material. El escriba Ani del Imperio Nuevo aconsejaba así al futuro esposo:
"Si eres sabio, mantén tu casa, ama a tu mujer, aliméntala apropiadamente, vístela bien. Acaríciala y cumple sus deseos. No seas brutal, obtendrás más de ella por la consideración que por la violencia: si la empujas, la casa va al agua. Ábrele tus brazos, llámala; demuéstrale tu amor".
Por supuesto las cosas no siempre transcurrían de forma idílica, y el divorcio estaba admitido. Se daba por iniciativa de uno u otro cónyuge: si procedía el marido, tenía que ceder una parte de los bienes a su esposa; si era la mujer quien tomaba la iniciativa, ella tenía la misma obligación, pero en una medida menor. Existía la posibilidad del recurso ante la Administración, para recuperar los bienes del hogar, aunque aquélla no hubiera intervenido en el matrimonio. Podía ganar el juicio y casarse de nuevo, como lo demuestran los papiros arameos de Elefantina.
El himno a Isis (papiros de Oxirrinco, siglo II a. C.), muestra esta igualdad de la mujer y el hombre, dirigiéndose a la diosa "el honor del sexo femenino": "Eres la dueña de la tierra [...] tú has dado un poder a las mujeres igual al de los hombres"'.
También se la consideraba compañera de su esposo, y solía acompañarle en múltiples ocasiones a cazar y a pescar, cogidos de la mano y a veces desempeñaba el papel de consejera, incluso en asuntos políticos.
Desgraciadamente, la insistencia de los moralistas egipcios en recordar al hombre sus deberes hacia las mujeres, hace suponer que no fue raro en la práctica que los varones abusaran de su posición.
Los hijos, frecuentemente, se designaban con el nombre de su madre, ya que el nombre del padre era secundario. Había un gran vínculo entre generaciones familiares siendo norma que los hijos protegieran a sus progenitores ancianos. En familias acomodadas, la mujer tenía sus propias estancias, el opet, donde convivía con sus hijos y la servidumbre.
Son innumerables sus representaciones al lado de su marido. Durante el Imperio Antiguo, aunque las representaciones de las mujeres estaban jerarquizadas y eran de menor tamaño que la de sus maridos, su importancia social era destacable, pues además, las propiedades pasaban de madres a hijas.
A partir de la dinastía XVIII con Amenofis III, su Gran Esposa Real Tiy fue representada en todos los monumentos construidos por su marido, y en condiciones casi de total igualdad con él. Posteriormente, similar sería el caso entre Ajenatón y su esposa Nefertiti.

La mujer en la literatura

Si pintores y escultores nos muestran a la mujer con una imagen serena en el entorno de una familia floreciente, los escritores no dudan en hacerla aparecer como el origen de distintas desgracias y la culpable de varios pecados.
Así, citado por Gaston Maspero en Cuentos populares, encontramos las desventuras de Bytau, un modesto criado de una granja, cuyo hermano Anupu, seducido por la mujer de éste, se rinde al encanto de la hermosa dama… que no vacila en delatarlo después ante Anoupou; la pérfida mujer no parará hasta obtener de su marido el severo castigo del pobre Bytau. Pero ella fue castigada a su vez: Anupu comprende, demasiado tarde, que era el juguete de su mujer, por lo que la mata y arroja su cuerpo a los perros.
Guardémonos de una interpretación errónea: la descripción poco aduladora de la mujer en la literatura no significa que sea despreciada: el faraón se beneficia a menudo del mismo tratamiento por los narradores, que le presentan como limitado y fantástico.

Papiro Prisse.
El hombre es invitado a cuidar a su mujer; así el escriba Ptahhotep, de la Dinastía III se expresa de la siguiente forma (Papiro Prisse):
“Debes amar a tu mujer de todo corazón, [...], complace su corazón durante todo el tiempo de tu vida”.
Pero también aconsejaba:
"Mantén plena reserva en tu relación con la mujer. Allí donde intervienen, nada se lleva a bien."
El romanticismo está presente en la literatura egipcia, por ejemplo, en un papiro del museo de Leiden:
"Yo te tomé como mujer cuando era un joven. Estaba contigo. Entonces conquisté todos los grados, y no te abandoné. No hice sufrir tu corazón. He aquí que lo hice cuando era joven y cuando ejercité todas las altas funciones de faraón, "Vida, Salud y Fuerza", yo no te abandoné, al contrario, dije: "Estoy contigo" [...] Mis perfumes, los dulces, la ropa, no los hice para llevárselos a otra [...] Cuándo tú caíste enferma, llamé a un oficial de la salud para que hiciera lo necesario [...] Cuándo yo volví a Menfis, solicité un permiso al faraón, fui al lugar donde te quedaste (la tumba) y lloré mucho [...] Yo no entraré en otra casa [...] Ahora, aquí están las hermanas de la casa, no iré con ninguna de ellas." (citado por Pierre Montet).

Imagen divina


Isis como madre.
Entre la gran abundancia de divinidades de la mitología egipcia, existen numerosas diosas, como en el caso de Grecia. Estudiar sus símbolos nos indica la imagen que tuvo la mujer a los ojos de los egipcios de la antigüedad.
Como las divinidades griegas, muchas están relacionadas entre sí por lazos de sangre o maritales, como, por ejemplo, Isis y su hermana Neftis, esposas respectivas de Osiris y de Seth, asimismo hermanos.
La mujer y su imagen se asocian muy a menudo con la vida y la fertilidad. Este es el caso de la diosa Isis, que se asocia con varios principios: en tanto que esposa de Osiris, que fue muerto por su hermano, se relaciona con los ritos funerarios. Como madre, se convierte en la protección femenina pero, especialmente, como símbolo de la matriz, la que da la vida. Por medio de esta diosa, los principios de la vida y la muerte se unen estrechamente. De hecho, aunque ella esté asociada con los ritos funerarios, es necesario recordar que la meta de estos ritos era evitar al difunto el experimentar una segunda muerte en la otra vida, lo que además explica el alimento descubierto en las tumbas por los arqueólogos. Por otra parte, la vida en su aspecto físico no tiene sentido más que por la muerte, porque ambos principios forman parte de un proceso de renacimiento eterno que es, en un sentido espiritual, el ciclo de la vida. Uno de los símbolos de la diosa es la palmera, el símbolo de la vida eterna: Isis insufla a su esposo muerto el soplo de vida eterna.
Esta idea de la vida eterna y de la madurez que refleja Isis, reverenciada como Madre celestial la hará, con el paso del tiempo, la diosa más importante de la mitología egipcia, llevando su influencia a las religiones de diferentes civilizaciones donde su culto se consolidará, especialmente en todo el imperio romano.
Las diosas más influyentes son:
  • Isis: La "Gran Maga", la gran diosa Madre amorosa, esposa fiel, reina de los dioses, diosa de la maternidad y del nacimiento.
  • Hathor: La diosa del amor, de la belleza, diosa nutricia, de la danza y las artes musicales, y patrona de los ebrios.
  • Bastet: La diosa protectora del hogar.
  • Sejmet: La diosa feroz.
  • Tueris: "La Grande", diosa de la fertilidad, protectora de las embarazadas.
Raras son las civilizaciones antiguas donde la mujer podría alcanzar puestos sociales importantes. En Egipto, no sólo no son raros los ejemplos de mujeres como funcionarias de alto rango, sino que asombra otra vez (por la época), el descubrir a mujeres en la función suprema de faraón. Más que un movimiento feminista, es necesario ver allí una señal de la importancia de la teocracia en la sociedad.

Hatshepsut
La sociedad egipcia de la antigüedad, como muchas otras civilizaciones de la época, utilizaban la religión como punto de referencia. Así se justificó el derecho al trono de los faraones: en tanto que eran ungidos de los dioses, tenían derecho divino al trono.
Generalmente, en las sociedades antiguas la transmisión del derecho a gobernar era por línea masculina: El hijo heredaba el poder, y en el caso en que el rey no hubiera tenido ninguno, el trono recaía en los miembros masculinos más cercanos de la familia, tal como hermanos, primos o tíos. Pues aunque el monarca tuviera hijas, éstas no podían alcanzar el poder, salvo en el caso de que las hubieran casado con el futuro rey.
En la civilización egipcia, esta obligación de transmisión masculina tuvo diferente valor; la «sangre real» era el factor de legitimidad divina, el criterio determinate para el acceso al trono: esa legitimidad la transmitían las mujeres, por lo que los herederos varones de esposas secundarias se casaban con sus hermanas, hijas de la Gran Esposa Real, que a su vez eran hijas de la anterior Gran Esposa Real. Por eso, la «esencia divina» podía ser entregada a la Gran Esposa Real, como fue el caso de Nefertiti, casada con Ajenatón.
En algunas ocasiones, los egipcios prefirieron ser gobernados por una mujer de sangre real (por lo tanto divina, según la religión) antes que por un hombre que no la tuviera. Por eso, en tiempos de crisis sucesorias, las mujeres accedían al poder. En ese caso, la reina faraón adoptaba todos los símbolos masculinos, por lo que existen dudas del sexo de ciertos faraones, que podrían ser mujeres.
En la Dinastía XVIII, tras la muerte de Amenhotep I, su sucesor Thutmose I era sólo el hijo de una esposa secundaria del faraón difunto; su matrimonio con Ahmose, hermana de Amenhotep, le permitíó ser legitimado divinamente. En la generación siguiente, la princesa Hatshepsut, la hija de Thutmose I y de su Gran Esposa Real, permite a Thutmose II, hijo de una esposa secundaria y por lo tanto hermanastro de la princesa, la subida al trono al casarse ésta con él.

Nefertari.
No fue raro en Egipto ver a las mujeres ascender al trono, como hizo Hatshepsut, que lo ocupó en lugar de su sobrino Thutmose III, o la famosa Cleopatra, Cleopatra VII (69 a 30 a. C.), que expulsó a su hermano Ptolomeo XIII del trono. Fue tan conocida por su "belleza" como por sus amores sucesivos con Julio César y Marco Antonio, dependiendo ambos de ella para legitimar su coronación como reyes de Egipto.
Entre las reinas-faraón más conocidas están:
Es necesario tener también en cuenta el papel considerable, tanto en el aspecto político como en el diplomático, de varias Grandes Esposas Reales:
En el Imperio Nuevo la Gran Esposa Real era investida a menudo de un papel divino: "Esposa del dios", "Mano del dios"; Hatshepsut fue la primera Gran Esposa (de Thutmose II) que recibió este último título.
Véase también: Las Reinas de Amarna.

La mujer en distintas profesiones

Divina Adoratriz

Este título corresponde a ciertas mujeres asignadas al servicio de Amón, igual que las hubo al servicio de la diosa Hathor, Atum, Min o Sobek, que fue ostentado por mujeres de distintas categorías. No tenemos información precisa de la función de estas servidoras antes de la Dinastía XXIII, que sólo eran requeridas durante los ritos del culto de Amón. También se las llamaba Mano del dios y Esposas del dios, sin que esta unión mística supusiese un impedimento al matrimonio ni a la maternidad. Estaban dotadas de poder espiritual, pero también con un gran poder temporal en Tebas.
Bajo el reinado de Ahmose I, la función fue atribuida a la reina Ahmose-Nefertari, que obtuvo el nombre de Esposa del dios y Mano del dios, y desde entonces fue ejercida por las Esposas Reales o por sus hijas, adquiriendo tal prestigio, que las reinas debían ser sus descendientes, que a su vez se convertían en nuevas Esposas del dios.
Este sacerdocio femenino pierde importancia en la familia real a partir del reinado de Thutmose IV, disminuyendo el número de adoratrices de Amón, y finalmente asumirán la función de Esposa del dios las princesas y no la reina. A partir de la Dinastía XXVI, estas mujeres fueron parte de los gobernantes de Egipto, administrando el templo de Amón en Tebas con sus grandes posesiones.

Funcionarias[editar · editar código]

Entre las mujeres que fueron funcionarias de alto rango, se puede citar a Nebet, una chaty de la Dinastía VI. No obstante, es necesario indicar que encontrar una mujer con tal responsabilidad era extremadamente raro, y será necesario aguardar a la Dinastía XXVI para encontrar la misma situación. Excepto en el Imperio Nuevo, donde toda "función pública" fue atendida por varones, las mujeres ocuparon puestos de escriba de diferentes categorías en la administración, cargos muy importantes ya que en sus manos estaba la economía del país.


Plañideras

Eran mujeres a las que se pagaba para que acompañasen al cortejo fúnebre, al que precedían danzando, llorando y lamentándose, en recuerdo del difunto. En el antiguo Egipto, se purificaban previamente masticando natrón, y se perfumaban con incienso; vestían totalmente de blanco o azul y usaban pelucas rizadas de las que se arrancaban los cabellos. También eran llamadas "Cantoras de la diosa Hator".

Empresarias

La mujer egipcia mantenía su independencia después del matrimonio, y podía tener su propio negocio, pudiendo ejercer una amplia variedad de oficios: había comadronas, tejedoras, intendentes; o bien colaboraban con el negocio de su marido, ayudándole. Esto último era particularmente frecuente entre los campesinos, entre los cuales era habitual compartir el trabajo con toda la familia.


Introducción
En este trabajo hemos intentado reflejar la situación de la mujer egipcia tal y como ha llegado hasta nosotros por los diferentes documentos escritos y arqueológicos a los que poco a poco hemos podido acceder a lo largo de la Historia. Nuestra intención ha sido hacer una historia conjunta, dar a conocer la historia del pueblo egipcio centrándonos en las figuras femeninas que de una forma u otra escribieron la Historia del reino de las Dos Tierras.
Por esta razón nos ha sido más fácil recopilar información acerca de aquellas mujeres, reinas o madre reales que de alguna manera, ostentaron el poder. Gracias a los restos arqueológicos, las sepulturas, los anales reales, etc. tenemos más información y más detallada, sobre estas mujeres que tuvieron un papel político determinante. No por ello hemos de olvidar a la mujer que marcó la historia cotidiana de un impero donde como veremos las mujeres gozaban de una dignidad y autonomía tales que serían, hasta hace poco, envidiables por la mujer contemporánea.



  • LA REINA ISIS
  • Isis es la mujer serpiente que se convierte en el uraeus, la cobra hembra erguida en la frente del rey para destruir a los enemigos de la luz. El desconocimiento del símbolo original explica que la buena diosa serpiente llegara ha convertirse en el reptil, con la connotación negativa que adquiere en el Génesis.
    Mientras en la tradición judeocristiana la figura de Eva es fuente mal, explicando el déficit espiritual de las mujeres modernas que se rigen por esta creencia. Sin embargo en el mundo egipcio la mujer se refleja a través de la grandiosa figura de Isis, que ha superado os peores obstáculos y descubierto el secreto de la resurrección, siendo el modelo a seguir tanto de reinas como de esposas o madres.
    Bajo la forma de una estrella, Sotis, Isis anuncia las crecidas del Nilo; sus lágrimas derramadas sobre el cuerpo de Osiris provocan la crecida de las aguas que aseguran las prosperidad del país. La tradición de culto a esta divinidad sobrevivió al pueblo egipcio. En el mundo Helenístico, hasta el s. V d.e. tuvo un papel dominante y su culto se extendió por la cuenca mediterránea e incluso sobrepasó estas fronteras. Isis significaba el pasado el presente y el futuro, el amor infinito del que era madre celeste y durante mucho tiempo gran competidora del cristianismo.



  • EL PODER EN MANOS DE MUJERES
  • Hacia el 3150 a. E. Nació la primera dinastía fundada por Menes, cuyo nombre es símbolo de estabilidad o también podría ser un apelativo genérico que se asignara a los soberanos posteriores. A estos soberanos de la I dinastía se les atribuían dos tumbas en lugares diferentes, una próxima al El Cairo y otra en el Egipto Medio, así se recordaba el deber del faraón de tener comunicado estos dos polos. En estos lugares se le atribuyen dos tumbas a MERIT-NERIT, (la amada de la diosa Neith) una mujer cuyas sepulturas son comparables a las de faraones hombres, e incluso mayor y mejor construida que muchas otras. Todos estos detalles indican que Merit-Neith fue el tercer faraón de la I dinastía y la primera mujer faraón. Sin embargo a esto se opondría la ausencia de la representación del halcón Horus protector del faraón.
    La diosa NEITH es para los egipcios la creadora del mundo, la gran madre que dio a luz a las divinidades y a los seres y que llegó al mundo por sus propios medios. Es un ser andrógino, hombre y mujer al mismo tiempo.
    La naturaleza del faraón lo define como padre y madre y no tenemos ningún ejemplo de faraón célibe ya que la presencia de una mujer real era indispensable para los ritos y la vinculación del cielo y la tierra. Pero un faraón mujer no necesita hombre a su lado pues ella es portadora del principio masculino. De las reinas se alaba tanto su belleza como su capacidad para participar en el gobierno del país. Esta idea que confiere cierta relevancia al papel femenino terminó con la institución faraónica
    Se conocen sepulturas de mujeres de la I dinastía tanto madres de reyes, reinas, etc., que prueban el respeto otorgado a la mujer y su eminente posición en las altas esferas del Estado.
    Con la III dinastía comienza la época conocida como de las pirámides. Esta dinastía comprende a cuatro soberanos y duró poco más de cincuenta años. Por haber fijado su capital en la ciudad de Menfis se le atribuye también el nombre de menfítica.
    La precursora de la III dinastía, NY-HETEP-MAAT (El Timón en Manos de Maat), fue la esposa del último faraón de la II dinastía. Su nombre se vincula a la diosa Maat, base de la civilización, el orden y la regla en la que se basa el pueblo egipcio. Representa la idea de dirigir el Estado como si este fuese una nave en referencia al Nilo de la que la diosa posee el timón. Estas son concepciones que nos indican la responsabilidad y consideración de la mujer egipcia durante las primeras dinastías
    La IV dinastía que se desarrolló entorno al 2613 y duró hasta el 2498 a.e. Fue la dinastía de las grandes pirámides, rayos de luz petrificados
    centrales de energía espiritual que permitían al alma real ascender al cielo para reunirse con las divinidades y guiar a los seres humanos bajo la forma de una estrella. Se conocen en esta dinastía tres mujeres con un mismo nombre MERESANJ (ella ama la vida). De la primera no sabemos nada, la segunda podría a ver sido la hija de Keops, llamada HETEP-HERES II, que sería la madre de la tercera Meresanj, la esposa del rey Kefrén. Será en la tumba de esta donde se hallara un conjunto escultórico singular: Diez mujeres de distintas edades. Junto a las representaciones en la tumba figuran escribas. Esta reina era también sacerdotisa del dios Thot, creador de la escritura sagrada y de las palabras de dios, es decir, de los jeroglíficos. Está vinculada al dios del conocimiento, lo cual ocurrirá con otras reina como con Bentana. Meresanj tenía acceso a la ciencia sagrada. Una diosa, Sechat, la soberana de la Casa de la Vida en la que se preparaban los faraones y también actuaba como guardiana de las bibliotecas y de los textos fundamentales. Usaba el pincel a la perfección tanto para escribir como para ejercer el arte del maquillaje. Esta diosa redacta los anales reales y apunta los nombres de los faraones en el árbol sagrado de Heliópolis. También era conocedora de los secretos de la construcción que compartía con el rey.
    Meresanj, iniciada en el conocimiento de los escritos rituales fue instruida en toda la ciencia sagrada del Imperio antiguo. Esta es una de las tumbas más sorprendentes de Gizeh y nos descubre que el universo del conocimiento estaba enteramente abierto a la mujer egipcia.
    Hubo otras mujeres significativas como la hija de Mikerinos, JENET-KAUS, casada con Sepseskaf, último rey de la IV dinastía. Ambos se hicieron construir excepcionales tumbas. Es considerada la madre de los dos primeros faraones de la V dinastía. Se plantea el posible reinado de Jenet-Kaus a raíz de la muerte de su marido y hasta la subida al trono de Userkaf (2500-2491 ? ) o quizás fue quien preparó a sus sucesores como madre carnal y espiritual.
    Durante la VI dinastía Pepi II (2278-2184 a.e.) fue la figura principal, durante 94 años estuvo a la cabeza de Egipto y aunque no levantó ninguna pirámide en el tiempo en que gobernó su país gozó de riqueza y bienestar. Fue designado para reinar con 6 años, por lo tanto su función fue encomendada a una mujer, MERYRE-ANJENES, (La amada del la luz divina, que le sea concedida la vida), viuda del faraón Pepi I , que tomó en sus manos el timón del Estado. Pepi II tuvo tres esposas sucesivamente, Neit, Ipuit, y Ubjebten. Todas ellas fueron la encarnación de la diosa Hator (Templo de Horus). Las tres esposas de Pepi II vivieron la eternidad en tres pirámides próximas a la del rey. Cada una de ellas contaba con un templo, donde los ritualistas celebraban el culto al Ka de la reina difunta. Aunque la pirámide de Udjebten, que a diferencia de las dos primeras esposas no era de origen real, tenía una importancia similar. Actualmente los tres monumentos solo son ruinas, contienen unas excepcionales columnas de textos jeroglíficos consagrados a la resurrección del alma real. Las mujeres de Pepi II recibieron autorización para grabar en las paredes de sus panteones una fórmulas mágicas reveladas por primera vez en la pirámide de Unas, último emperador de la V dinastía. Esta es la primera ocasión, conocida, de textos en una pirámide femenina. La identificación de una reina con Osiris quedó grabada en la piedra. Estos textos forman una trinidad jeroglífica en la que queda plasmado uno de los principales ideales del Antiguo Egipto: La victoria sobre la muerte.
    A la muerte de Pepi II accede al trono Merenra, cuyo reinado no llegó al año. Aparece entonces NITROKIS, la primera mujer a la que oficialmente se le puede considerar faraón. Su nombre figura en las listas reales conocidas como "Canon de Turin", sin embargo existieron otras listas similares que probablemente fueron destruidas y tenemos constancia de que antes de Nitrokis, otras mujeres ejercieron tal poder. Subió al trono hacia el 2184 a.e. Nos encontramos con un hecho paradójico y es que a otras reinas que carecían de un título explícito se les dedicó un monumento colosal, sin embargo a esta sí faraona no se le dedicó ningún monumento. El nombre de la Reina, según el griego Eratóstenes significa "Atenea Victoriosa", pero en egipcio se traduce como "Neith es excelente". La diosa Neith era el equivalente egipcio de Atenea y aparece como protectora de una mujer de primer rango. La figura de Nitrokis originó numerosas leyendas y cuentos de los cuales el mas conocido es la versión que hoy conocemos como La Cenicienta
    La autoridad del faraón ya se iba debilitando y el Estado unitario se disgregó en una serie de pequeñas unidades políticas El fin del Imperio Antiguo, el glorioso tiempo de las pirámides llegó a su fin con el reinado de Nitrokis. El Imperio Antiguo significó para Egipto una época de notable esplendor. En el plano administrativo era un Estado en el que todo estaba previsto y reglamentado. Basándose en las crecidas del río Nilo se regulaban las siembras y las cosechas. De la residencia real dependían el trabajo, el alimento y el vestuario de los súbditos basándose en un sistema de tasación y redistribución. Un ejército de escribas se encargaba de fijar los impuestos, los patrimonios e incluso las noticias que tenían que ser transmitidas. A la clase sacerdotal le correspondía dictar las normas a las cuales debía atenerse la vida terrenal y también debían adentrarse en los misterios de la existencia ultraterrena. Gracias a la autoridad indiscutida del faraón se logró un orden laborioso y tranquilo origen en parte de la espléndida civilización griega.
    Se inicia entonces una grave crisis que no pone en cuestión la institución faraónica pero que sí trajo consigo importantes alteraciones sociales y económicas, que es conocido con el nombre de Primer Periodo Intermedio. Este es una etapa confusa sobre el cual poseemos poca información. Sabemos que a finales de la VI dinastía Egipto se había convertido en un complejo de ciudades semindependientes. La confusión reinante se hace patente con la VII dinastía constituida en Menfis. El príncipe de Heracleópolis consiguió imponerse a los demás y conquista Menfis siendo así reconocido como auténtico sucesor de los soberanos del Imperio Antiguo. Los monarcas de las dinastías IX y X trataron de continuar las antiguas tradiciones en materia política y artística. Se cree que ambas dinastías reinaron durante dos siglos pero solo en parte del país ya que el Bajo Egipto estaba sometido a continuas invasiones procedentes del Próximo Oriente.
    Hacia el 2060 a.e. Egipto salió de esta larga crisis y los faraones de la XI y XII dinastías ya gobernaron un país otra vez próspero.
    De 1790 a 1785 a.e. una mujer reinó como faraón: SOBEK-NEFERU. Se desconoce la duración de su reinado, guiándonos por el papiro de Turín podría ver sido de diez meses y veinticuatro días. Ha llegado hasta nosotros parte de una estatua de la faraón de la que solo conservamos el torso, el cual nos revela a una mujer con ropa femenina cubierta por el atuendo masculino del rey. De este modo alía ambas naturalezas convirtiéndose en un Horus femenino. Conforme a las reglas de la titularidad en uso desde la V dinastía, la faraón Sobek-Neferu llevaba cinco nombres: nombre de Horus "la amada de la luz divina (Ra)"; nombre de las dos soberanas (la cobra y el buitre, correspondiente al Alto y al Bajo Egipto) "la hija de la potencia, la señora de las Dos Tierras"; nombre de Horus de oro "aquella cuyas coronas son estables"; nombre del rey del Alto y Bajo Egipto "Sobek es la potencia (Ka) de la luz divina (Ra)"; nombre de la hija de la luz divina (Ra) "belleza perfecta (neferu) de Sobek". Los nombres de una mujer faraón definían su programa de gobierno y su actuación espiritual. En sus nombres se insiste en su relación con la luz divina, en su fuerza, y estabilidad y en que ella es la encarnación de la "belleza perfecta" del dios cocodrilo Sobek, que es la potencia de la luz.
    Con el fin de la XII dinastía el estado Egipcio entra en una nueva crisis. El proceso de disgregación estatal se debió a varios factores. Los miembros de la burocracia estatal ampliaron considerablemente sus propias atribuciones hasta hacerse con el poder efectivo del imperio. También podemos achacar esta crisis a las invasiones de los pueblos Hiscos, que se iniciaron a finales del s. XVIII a.e. Sin embrago este hecho solo vino a agravar una situación deteriorada ya con anterioridad. Durante el reinado de Sobek-Neferu el reino ya se hallaba divido en una parte libre y otra ocupada. No obstante se ignora la fecha exacta de estas invasiones y tampoco podemos afirmar que dicha reina se hubiera enfrentado a los pueblos invasores directamente.
    Durante más de dos siglos, desde 1785 a 1570 a.e. aproximadamente, los Hiscos ocuparon el norte de Egipto. A este periodo se le conoce como Segundo Periodo Intermedio. Los hiscos aceptaron la titularidad faraónica como i desearan verse admitidos por la población . Fueron muchos los monarcas y los breves reinados pues era frecuente la expulsión de un jefe de clan por otro. Poco antes de 1570 fue una mujer la que se negó a tolerar el dominio extranjero que estaba arruinando a Egipto.
    IAH-HOTEP (el dios luna está en paz) En egipcio la palabra luna es masculina (el sol de la noche) que es identificado con un dios guerrero. El nombre de la reina anuncia su programa político: primero la guerra (Iah) y luego la paz (hotep). Esta reina tebana federó a los resistentes y fue su marido, el rey Seqenere quien se puso a la cabeza del ejército y se lanzo al ataque de los hiscos. Seqenere muere en la batalla. La reina viuda y con dos hijos, Kamosis y Ahmosis a los que aleccionó para continuar la labor de su padre. Los hiscos intentaron provocar una revuelta en Nubia conscientes de la determinación de las tropas tebanas. Si la revuelta triunfaba Tebas quedaría entre dos fuegos, los hiscos al norte y los nubios al sur.
    Kamosis no logro hacerse con la capital de los hiscos a pesar de sus numerosas victorias. Su hermano Ahmosis, al que su madre había educado como a un verdadero faraón, consiguió liberar a Egipto, reunificando las dos tierras de nuevo y así se convirtió en el primer faraón de la dinastía XVIII. Sin Embrago parece ser que su madre se comportó como un auténtico jefe militar a cuyo ejército dedicó el máximo interés. Se traslada ahora la capital de imperio a Tebas "La ciudad de las cien puertas". Iah-Hotep a su muerte fue condecorada con la más alta distinción militar símbolo de su valor, que hasta entonces no se conocía en posesión de ninguna otra mujer.
    AHMÉS-NEFERTARI, soberana de las Dos Tierras y madre real, fue también en cierto sentido faraón. Casada con Amenhotep I que reinó desde 1551 hasta 1524, tuvo que asumir la función de faraón mientras su marido era demasiado joven. Esta labor también la desempañaron otra mujeres antes que ella y lo harán nuevamente en posteriores ocasiones. Esta reina es considerada la santa patrona de la necrópolis de Tebas y gozó de gran popularidad
    HATSEPSUT, es otra de las damas egipcias de gran magnitud. Su persona a inspirado ala imaginación convirtiéndola en una mujer intrigante, corroída por la ambición, que anda persiguiendo al débil Tutmosis III, antes de ser ella misma perseguida por el vengativo faraón. Sin embargo hemos de tener en cuenta de que el mundo de Hatsepsut se movía entorno a otros valores y es un error proyectar en el nuestras bajezas. La figura de esta reina se inscribe en un linaje de mujeres que ocuparon el poder pero si su fama ha eclipsado a las anteriores reinas, esto ha sido por la duración de su reinado.
    Se da por hecho que el primero de los Tutmosis fue el padre de Hatsepsut. Ella se convirtió en la gran esposa real de Tutmosis II, cuyo reinado es hoy un enigma. Cuando Tutmosis II muere accede al poder el tercero de este linaje que solo contaba con cinco o diez años. Durante este periodo fue Hatsepsut quien tomó las decisiones en Egipto según sus propios planes. Su destino sería eclipsarse en el momento en que Tutmosis III pudiese hacerse cargo del poder. Pero en el segundo año del reinado de Tutmosis III el oráculo de dios Amón prometió a Hatspsut que sería reina de Egipto lo cual se cumplió en el año séptimo del reinado del faraón. Se impusieron entonces dos reinados, el de el faraón y el de la nueva faraona. Esto no era una novedad sin embargo este periodo de reinado en común fue especialmente largo.
    Hatsepsut en su condición de faraón permaneció soltera pues las mujeres reinas adquirían la naturaleza compartida de hombre y mujer, constituyendo ellas mismas la pareja real.
    A lo largo de todo su reinado hizo construir o restaurar varios lugares sobre todo en Tebas, en Hermontis, en Kom Ombo, en Cusae y en Hermópolis (la ciudad de Thot). Entre Karnak y Luxor mandó instalar pequeños lugares de descanso. En el interior del templo de Karnak hizo erigir algunos obeliscos. Una característica de esta reina, pues su padre Amon se le revelaba directamente y en consecuencia manó construir estos obeliscos con jeroglíficos que denotaban el amor por su padre.
    Su reinado fue un periodo pacífico pues gobernaba sobre un Egipto ya unificado y tranquilo. A su muerte no se produjo ninguna alteración del orden. No tenemos ningún testimonio de la muerte de la reina sin embrago hacia el año 22 del reinado de Hatsepsut, ya no encontramos ninguna referencia a su nombre y es evidente que Tutmosis III reinaba ya en solitario. Este faraón que tuvo en periodo de preparación extraordinario, se reveló como uno de los masa grandes monarcas de la historia egipcia.
    A Tutmosis II le siguieron, Amenhotepp II , el cuarto y último representante del linaje de los Tutmosis y Amenhotep III, que reinó sobre un Egipto luminosos y feliz. La esposa de Amenhotep III fue TIY una joven no perteneciente a la familia real. Al cabo de un matrimonio feliz, acontece la muerte del faraón y la reina viuda se tiene que hacer cargo del Estado puesto que era la única preparada y conocedora de los secretos del mismo. Sus dos hijos, Satamón (hija de Amón) y el que sería el cuarto de este linaje, aún eran demasiado jóvenes y carecían de experiencia.
    Amenhotep IV cambió de nombre., es decir de programa espiritual y político y se convirtió en Ajnatón (el que es útil a Atón). Atón era una forma divina sin tradición en el territorio egipcio. Ajnatón creó para el una ciudad, Ajtatón donde se trasladará la corte, abandonando Tebas. La reina Tiy tuvo que realizar la labor de diplomática para que entre ambas ciudades no se rompieran los lazos. La reina alertó a su hijo de que Egipto empezaba a decaer, pero este desdeñó los avisos de peligro.
    Otras mujeres sin duda significativas en la historia real de Egipto fueron:
    NEFERTITI acerca de la cual poseemos escasa información y muy confusa. Famosa por su belleza existen varias hipótesis sobre la que fue esposa de Ajnatón. Podría a ver sido otra reina faraón de haber cambiado de nombre y reinar después de la muerte de su marido. Sin embrago hoy se cree que esta reina, inmortalizada en bellos retratos, murió antes que el faraón.
    ANJESENAMON, hija de Nefertiti, fue casada con Tuntankamón. Se volvió al culto al dios Amón y la capital regresó a Tebas. A la muerte del faraón la reina tuvo que tomar el timón del estado y fue acusada de traición al querer desposar a uno de los hijos del rey Hitita (pueblo que acechaba para invadir Egipto). El matrimonio no se consumó y la reina se casó con el próximo faraón: Ay
    NEFERTARI, esposa del gran faraón Ramsés II, desempeñó al igual que otras reinas antes que ella, una fuerte influencia en política extranjera.
    TAUSERT, que podría considerarse la última de este especial linaje de reinas-faones. Hacia el año 1212 un faraón ya maduro sucede a Ramsés y a su muerte accede al poder el que sería el ultimo con el nombre de Seti. Egipto se hallaba en un periodo difícil pues ya se habían producido varias tentativas de invasión y Seti II tuvo serias dificultades durante su reinado. A este le sucede el joven Siptah, demasiado inexperto que delega el poder en una regente: Tausert, probablemente la esposa de Seti II. De regente Tausert pasó a convertirse en faraón en un proceso similar al de Hatsepsut. Su reinado fue el último de la XIX dinastía.
    La última gran faraón es CLEOPATRA, entorno a la cual se ha construido una gran leyenda. Cleopatra y su hermano Tolomeo XIII, compartieron el reino hasta que ella fue apartada del poder político. Sin embargo entra en escena Cesar el cual sucumbe ante los encantos de Cleopatra casándose con ella. Rápidamente los enemigos de Cleopatra van siendo eliminados como posteriormente será asesinado Tolomeo XIII. La reina viaja a Roma pero allí no goza de popularidad y el senado temerosos de la orientalización del imperio asesina a Cesar y Cleopatar regresa a Egipto. Una vez ahí accede al poder en solitario. La faraón aspiraba a devolverle a su reino su antiguo esplendor y para ello convence a Antonio, el cual también se rinde a sus encantos y ambos constituyendo una pareja real se atribuyen los títulos tradicionales del antiguo Egipto y asumen la condición de dioses. Antonio representaba la fuerza militar de que carecía Egipto y basándose en ello Cleopatra declara la guerra al Imperio Romano de Octavio. La flota egipcia es derrotada, Antonio se suicida y Octavio al contrario que Cesar y Antonio, rechaza a la reina que según la leyenda se suicida al dejarse picar por una serpiente. Esto debe entenderse como un símbolo que evoca al uraeus que lucen en la frente los faraones.
    Cleopatra fue la ultima de un extenso linaje de reinas y mujeres de Estado que gobernaron en el legendario y esplendoroso Egipto.



  •                                 CONDICIÓN DE LA MUJER EGIPCIA
  • Sobre las costumbres y la vida rutinaria en egipcio hemos de señalar la relativa libertad de la mujer egipcia, libertad desconocida hasta hace poco para las mujeres contemporáneas. La independencia de las egipcias chocó a los griegos considerando esta como inmoral.
    • El matrimonio y la vida en común
    La mujer egipcia no estaba obligada a contraer matrimonio, ninguna ley obligaba a una mujer a vivir con un hombre. La mujer soltera poseía autonomía jurídica, bienes propios que administraba ella misma y nadie la juzgaba irresponsable. A la hora de escoger marido, se día de consulta al padre pero éste no tenía derecho a imponer un pretendiente a su hija. En caso de conflicto prevalecía la opinión de la mujer. A las mujeres egipcias no se les prohibía tener relaciones sexuales antes del matrimonio, si no que en base a mantener la fidelidad se recomendaba llegar al matrimonio con una experiencia adquirida, para contraer un compromiso definitivo y para toda la vida. Sin embargo en documentos posteriores se menciona la existencia de un "regalo a la virgen", bienes materiales que el marido ofrecía a su mujer a cambio de don de su virginidad. Otra prueba de su avanzada civilización son los contratos de matrimonios temporales. Matrimonios de prueba por un periodo de tiempo determinado, con el objeto de probar los sentimientos.
    En el Egipto faraónico el aspecto fundamental de matrimonio era que un hombre y una mujer vivieran juntos, en una casa propia. El matrimonio no era un acto jurídico si no social. El matrimonio suponía la muerte de una existencia despreocupada para comenzar una nueva travesía, por eso se utilizaba el término meni que significa "amarrar para designar al matrimonio.
    Las causas de separación , las conocemos gracias a la documentación conservada y son similares a las actuales: profundo desacuerdo, adulterio, deseo de vivir con otra persona, infertilidad, etc. El hombre que se separaba, podría ser castigado severamente perdiendo los bienes adquiridos en común. La mujer se sabía protegida de una separación injusta. Los conflictos eran regulados por un tribunal. Cuando el marido abandonaba a la mujer debía de pagarle cierto capital, en caso contrario la mujer debería de dar una ligera recompensa a su marido. La libertad de la mujer egipcia se manifiesta también en la conservación de su apellido tras el matrimonio.
    La poligamia también se puede considerar como un estereotipo pues aún no se ha constatado ningún caso de dos mujeres simultáneas sino sucesivas y lo mismo ocurre con la poliandria, puesto que los maridos eran seguidos pero nunca al mismo tiempo. Otro mito es el matrimonio entre hermanos, sin embargo, este en el caso de los faraones era únicamente de carácter simbólico y ritual. Como ejemplo tenemos las bodas de Ramses II con sus hijas.
    A la hora de tener hijos, aquella egipcia que no desease quedar embarazada tenía la posibilidad de usar anticonceptivos, cuyos ingredientes son de difícil identificación.
    El adulterio, según las fábulas, podía ser castigado con la muerte sin embargo no hay pruebas definitivas de que realmente sucediera así. Si sabemos que se ponía fin al matrimonio puesto que el adulterio era un falta grave. Si era cometido por un varón perteneciente a una cofradía profesional, se le expulsaba de ella pagaba una multa. La mujer debía abandonar la casa y para ambos significaba la pérdida de los beneficios financieros previstos con el matrimonio.
    La mujer viuda debí ser protegida por el Estado, así como los huérfanos o demás personas desafortunadas. La mujer que había quedado sin marido tenía los mismos derechos que una mujer casada y era libre de volver a contraer matrimonio.
    • El concepto de belleza
    En otro aspecto de la vida de las egipcias, tiene especial interés el trato de estas al peinado. Es probable que lo relacionasen con la sexualidad, por la tanto soltarse el cabello o llevarlo despeinado se considerarían símbolos eróticos. Para conseguir ese negro cabello propio de las mujeres egipcias utilizaban sangre de buey cocida con aceite, para que su cabellera no encaneciese. La mujer egipcia rendía culto a la belleza cuyo canon sería una mujer delgada, de miembros finos, caderas marcadas (pero no llenas) , pecho redondo y pequeño, etc.
    • Las "amas de casa"
    Fue en el Imperio Medio cuando se designó ala mujer con el título de "Ama de casa" refiriéndose al conjunto de tareas que realizaban desde los orígenes de la civilización egipcia. Estas responsabilidades le eran adjudicadas a la mujer egipcia cuando contraía matrimonio, debía de dirigir y organizar una casa más o menos grande. Este cargo estaba dotado de consideración por ser una tarea importante
    dentro de la vida egipcia.
    • Cargos desempeñados por mujeres
    Muchas mujeres desempeñaron un oficio de importancia fuera del ámbito familiar. Por ejemplo las esposas reales de las que ya conocemos pero hubo otras mujeres que tuvieron cargos de responsabilidad.
    Una mujer podía dirigir una provincia, una ciudad o un sector administrativo, lo cual conlleva un trabajo considerable al mando de un numeroso personal. También podía ser inspectora del Tesoro, superiora de tejidos y de la casa de confección de tejidos. Superiora de cantores y bailarines, de la cámara de pelucas, etc. Esto quiere decir que el único terreno que se le cerraba a la mujer era el militar.
    Cualquier mujer, de cualquier condición social podía hacerse cargo de una propiedad familiar, sin diferir el trato respecto al que recibiría un hombre. Sin embrago las mujeres que tomarán esta responsabilidad se veían dispensadas de labores que exigieran una gran fuerza física. Sus tareas serían limpiar y cribar el grano.
    También tenían las mujeres acceso a las profesiones médicas las cuales gozaron de una gran reputación en el mundo antiguo.
    • El arte de la escritura
    La patrona y protectora de los escritos era una mujer, la diosa de la Casa de la Vida, Sechat. Todas las mujeres de la corte empezando por la reina sabían leer y escribir.
    Para entrar en la administración era imprescindible saber escribir. A lo largo de la historia de Egipto existieron mujeres escribas. Aunque los textos fundamentales no eran firmados se sabe que algunos de ellos fueron escritos por mujeres. A demás había otro tipo de pequeñas escribas, las mujeres de los talladores, pintores, obreros, etc. mantenían correspondencia por lo tanto sabemos que la lectura y la escritura estaban muy extendidos en el mundo egipcio.
    • La concepción egipcia del trabajo
    El trabajo en el antiguo Egipto no era realizado por esclavos, entiendo como tales la concepción actual, propia del mundo griego o romano. Hem era el término egipcio designados a los sirvientes, siendo este un acto noble para los egipcios. Las grandes damas reinaban sobre un grupo familiar y en su dominio trabajaban sirvientas. Cualquier sirviente podía tener poseer tierras y bienes y legarlos libremente a sus hijos. era una práctica corriente el "alquiler de trabajo" para grandes talleres o extensas explotaciones agrícolas, durante cierto tiempo y las tarifas eran libres. Solo había un caso de trabajo impuesto y sin libertad, propio de hombres y mujeres prisioneros de guerra, estos no obstante podían casarse con ciudadanos egipcios y obtener de esta forma su libertad. Otro tipo de esclavitud uy distinto es la llamada "esclavitud divina" que era de carácter voluntario.
    • La vida espiritual
    Tampoco existían desigualdades entre sexos en el plano espiritual, ni en el otro mundo. En tiempos de los faraones una mujer podía desempeñarlas más altas funciones sagradas. La reina de Egipto era soberana de todos los cultos y podía delegar sus poderes espirituales en manos de sacerdotisas que oficiaban en las principales ciudades del país. Existían caminos iniciáticos específicamente masculinos o femeninos, pero estos coincidían en lo esencial. Tampoco tenían en este campo distinciones de tipo social, en el templo entraba todo tipo de gentes y clases. una sacerdotisa ocupaba un rango elevado dentro de la jerarquía y no debía de ocuparse de las condiciones materiales. Recibía una hectárea y medio de terreno y se podía beneficiar de los donativos destinados ala comunidad que ella dirigía.
    Conclusión
    Con este trabajo podemos comprobar como paradójicamente la Historia ha retrocedido a pasos agigantados. Hemos visto la, si no privilegiada, si digna posición que la mujer egipcia ocupaba dentro de su sociedad. Las egipcias vivieron y ayudaron a construir un mundo donde la mujer podía aspirar a compararse social política y económicamente con el varón y no por ello quedar desaventajada.

    La civilización egipcia, tanto en el plano del estudio de la mujer como a nivel general se nos reveló como una sociedad inigualable. Su avanzada civilización, su estructura social administrativa y política nos ayuda a comprender el por qué de la basta influencia que en el mundo occidental causaron los egipcios. Un gran imperio que causó admiración y desconcierto entre la civilización griega y que sucumbió a la fuerza militar del Imperio romano, no sin antes dejar una imborrable huella en la Historia




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